domingo, 29 de junio de 2008

Racing sigue en primera

Y si, señores, nos quedamos en primera división nomás!!! Sufriendo como siempre, esperando hasta el último minuto el pitazo final. Creo que, si bien Racing no jugó lo bien que jugó en Córdoba, mereció ganar la promoción.
Allá de visitante demostró que es un equipo de primera, castigado claro esta por una mala suerte terrible, que se traduce en la pérdida de goles increíbles, asi como también la recepción de goles por parte de los equipos rivales sobre la hora en que finalizan los partidos. Empezó dominando aquel partido del miércoles, desde ambos costados y con varias situaciones de gol. Solo pudo hacer uno y podría haber ampliado la diferencia por lo menos con dos goles mas, pero regaló espacios luego, se puso atrás como hace habitualmente, y por un error garrafal de Cáceres, le regalamos una pelota "servida en bandeja". Fue empate 1 a 1.... a cantarle a Gardel. Se llegaba a Avellaneda con todo el suspenso y con la presión de siempre. Sin embargo muchos jugadores fueron optimistas, aunque cautelosos. Hubiera sido menos preocupante para nosotros si salíamos de Córdoba con el 1 a 0.
En nuestra cancha fuimos bastante impresisos y la verdad a mi no me gustó como jugó el equipo, mostró un nivel lejano al nivel que mostró en Córdoba. Moralez clavó el 1 a 0 y los hinchas enloquecieron, aunque se pedían mas goles porque Belgrano reaccionaba. Si bien el empate nos mantenía a nosotros en primera, la hinchada quería estar mas tranquila ganando el partido. Un avance increíble de Belgrano, sumado a la mala salida del arquero Gullota, fue casi determinante. El delantero trastabilló y no llegó a definir: zafamos de manera incríble! La gente pedía por favor finalizar el partido.
El desborde al final fue absoluto y todos los hinchas quedamos aliviados, aunque contentos. Creo yo que esta promoción se tendría que haber evitado, ganando todos los anteriores partidos que no ganó, pero en fin.
Pero asi es Racing, asi es su escencia, su gente...

jueves, 19 de junio de 2008

Ópera Parsifal

Ópera romántica de Richard Wagner (1813-1883). El libreto es del mismo compositor, quien recogió numeroso material, para este drama que se desarrolla en tres actos, de los poemas "Parsifal " y "Titurel" de Wolfram von Eschenbach, basados, a su vez, en antiguas leyendas bretonas. El estreno tuvo lugar en el Festpielhaus de Bayreuth en 1882. Wagner cedió al festival la exclusiva de la representación de Parsifal durante los siguientes 30 años, siendo la primera representación "legal" fuera de Bayreuth, la que tuvo lugar en el Teatro del Liceo de Barcelona el 31 de diciembre a las 11 de la noche de 1913.

Personajes

AMFORTAS

GURNEMANZ

TITUREL

PARSIFAL

KLINGSOR

KUNDRY



La acción se desarrolla en un lugar indeterminado de las montañas del norte de España, durante la Edad Media (siglo X).


ACTO I.- Suena el toque de diana en un bosque de los dominios de los caballeros del Santo Grial. Gurnemanz, un anciano caballero, convoca a la oración a dos escuderos y después les ordena preparar el baño para Amfortas, guardián del Grial, que está a punto de llegar para bañarse en el cercano lago. Entran ahora dos caballeros y uno de ellos comenta que la herida de Amfortas presenta cada vez peor aspecto. La misteriosa hechicera Kundry, que presenta un estado lamentable, entra con un tarro de bálsamo para Amfortas, que entrega a Gurnemanz, y después se arroja al suelo desesperadamente.

Amfortas llega conducido en una litera, con un cortejo de caballeros y de escuderos. Habla con un caballero, mencionando la predicción de que un "tonto sin malicia, al que la piedad hará sabio" ("Durch Mitleid Wissend... der reine Thor") le traerá el alivio. Gurnemanz le entrega el bálsamo de Kundry, que Amfortas agradece, y se marcha. Cuatro escuderos conversan con Gurnemanz, quien les dice que la santa Lanza y el Grial fueron entregados a Titurel, que fundó una orden de caballeros para custodiar las reliquias y después las entregó, para su custodia, a su hijo Amfortas.

Sabemos también ahora que Klingsor, un caballero al que por su impía conducta le había sido negado el ingreso en la hermandad, había creado un jardín mágico lleno de doncellas-flores para tentar a los caballeros del Grial. Amfortas había sucumbido a los encantos de una de ellas y, mientras estaba en compañía de la doncella, Klingsor le había robado la Lanza y con ella había causado una herida a Amfortas en el costado. La herida no se curaría hasta que la Lanza no fuese recuperada por un "tonto sin malicia, a quien la piedad hará sabio". Los escuderos repiten las palabras de Gurnemanz.

En este momento un cisne herido vuela sobre el lago, despertando el horror de los caballeros y escuderos, pues la vida animal es sagrada en los dominios del Santo Grial. El cisne había sido herido por un joven, que es llevado a la presencia de los caballeros, ante los que aparece profundamente contrito. Es Parsifal, pero, ante las preguntas de Gurnemanz no puede declarar ni su nombre ni su origen. Después de que los caballeros han sacado fuera al cisne, Kundry, que está presente en la escena, cuenta que el padre de Parsifal murió en una batalla y que él fue criado en la más perfecta inocencia por su madre, que acaba de morir.

Gurnemanz se lleva fuera a Parsifal y cuando la escena cambia, reaparecen en el salón del castillo de los caballeros. Se escucha el sonar de campanas y los caballeros, los escuderos y los jóvenes están reunidos para la celebración de una ceremonia religiosa, mientras llegan voces desde lo alto. El anciano Titurel pide a su hijo, Amfortas, que muestre el Grial, a lo que éste se resiste, agobiado por el remordimiento ("Nein! lasst ihn unenthüllt!"). Pero finalmente, ante la insistencia de Titurel, el Grial es descubierto, apareciendo en la oscuridad con todo su brillante esplendor. Amfortas consagra el pan y el vino, que son distribuidos a los caballeros, mientras todos rezan para que el Grial, con su santo poder, les regenere. Salen los caballeros con Amfortas, cuya agonía es cada vez más visible. Parsifal, que ha observado la imponente ceremonia en silencio, siente su corazón oprimido y mueve ligeramente la cabeza ante lo que no comprende. Gurnemanz entonces, irritado ante lo que considera estupidez por parte de Parsifal, lo lleva fuera del salón. Pero desde arriba se vuelven a oír las voces: "La piedad convertirá en sabio al tonto sin malicia...".


ACTO II.- En su castillo mágico, Klingsor advierte la inminente llegada de Parsifal a sus dominios y resuelve envolverlo en sus mágicas artes. Ordena a Kundry, que está en parte bajo el poder del mago, pero que también sirve a los caballeros, que seduzca a Parsifal. Ella, bien a pesar suyo, ha de obedecer. Klingsor hace sonar un cuerno para alertar a los suyos a defenderse de los ataques dirigidos por Parsifal.

Desaparece la torre en la que se encontraban Klingsor y Kundry y en su lugar aparece un jardín mágico, en el que pasea un grupo de bellísimas muchachas. Parsifal, que ha derrotado en fuga a los soldados de Klingsor, entra en el jardín. Las doncellas le reprochan, al verlo, haber dado muerte a los soldados de Klinsgsor. Pero cuando Parsifal habla con ellas su actitud cambia y todas muestran festiva alegría, transformándose en doncellas-flores, compitiendo todas entre sí para atraer al recién llegado. Él las rechaza y está a punto de salir cuando aparece Kundry, transformada en una mujer bellísima, que llama a Parsifal, en tanto que las doncellas-flores se marchan.

Parsifal cuenta a Kundry la historia de su madre, que murió de tristeza cuando él se marchó; y ella trata de consolar al joven dándole un apasionado beso. Cuando ella lo besa, Parsifal recuerda a Amfortas y la herida que recibió con la Lanza. Y momentáneamente siente en sí el dolor de Amfortas, y, casi en trance, recuerda la visión del Grial, lo que desconcierta a Kundry.

La mujer se acerca de nuevo a Parsifal, pero éste la rechaza. Kundry trata de persuadir a Parsifal de que la salve, hablándole de la maldición que pesa sobre ella desde que en una ocasión ultrajó al propio Jesucristo. Parsifal dice que puede salvarla, pero no en la forma que ella quiere. Cada vez más frenética, Kundry pide a Parsifal que se quede con ella por lo menos una hora, pero él rechaza firmemente lo que la mujer le propone. Llena de furor, Kundry llama a Klingsor, que aparece sobre el muro del castillo que da al jardín y arroja a Parsifal la Lanza sagrada. Milagrosamente, el arma queda suspendida en el aire; Parsifal la toma y hace con ella el signo de la cruz, momento en el cual el castillo se derrumba y los jardines se transforman en un árido desierto. Cuando Parsifal va a marcharse, llevando consigo la Lanza, dice a Kundry que ella sabe dónde puede encontrarle.


ACTO III.- Algunos años más tarde, Gurnemanz, muy envejecido, está a la puerta de su cabaña de ermitaño; Kundry, vestida de penitente y en un estado extremo, está en un matorral. Su antigua actitud soberbia y casi salvaje se ha cambiado en un comportamiento dócil y se presta a servir a Gurnemanz. Entra en la cabaña cuando ve que se acerca un hombre: es Parsifal, vestido con negra armadura. Gurnemanz no lo reconoce, pero le dice que nadie puede entrar armado en los dominios de los caballeros del Grial, especialmente ese día, Viernes Santo. Parsifal se despoja de su armadura y Gurnemanz se da cuenta entonces de que se trata del muchacho inocente que dio muerte al cisne.

Parsifal dice a Gurnemanz que a causa de una maldición (la de Kundry) no ha podido encontrar hasta ahora el camino de vuelta, pero que ahora es portador de la Lanza Santa. Gurnemanz agradece la providencial llegada de Parsifal, porque los caballeros se encuentran en una penosa situación: Amfortas se niega a mostrar el Grial y como consecuencia de ello Titurel acaba de morir. Al oír esto, Parsifal se siente profundamente afectado. Kundry y Gurnemanz lavan los pies a Parsifal y esparcen agua sobre su cabeza. Parsifal dice que él sucederá a Amfortas; Titurel lo unge con óleo santo. Después. Parsifal bautiza a Kundry, tras de lo cual, ambos contemplan arrobados la bellísima escena de la mañana de Viernes Santo. Las campanas, que repican a lo lejos, acompañan la presentación que Gurnemanz va a hacer de Parsifal como guardián del Grial.

En el gran salón del Grial, aparecen dos cortejos procesionales, uno con Amfortas y el Grial; el otro con el féretro de Titurel. Los caballeros expresan su deseo de que el féretro sea colocado ante el altar y el cuerpo de Titurel no sea cubierto; Amfortas, a su vez, pide que le dejen morir. Los presentes le ruegan una vez más que muestre el Grial, pero Amfortas sigue negándose a ello: va a morir, dice, y no quiere hacer nada por evitarlo; en lugar de ello vuelve a rogar a los asistentes que le den muerte.

En este momento dramático entra Parsifal, quien coloca la Santa Lanza sobre la herida de Amfortas, que queda instantáneamente curado. Amfortas ha sido absuelto, dice, y él, Parsifal, es ahora el guardián del Grial. Todos clavan sus miradas, arrobados en la Lanza y entonces Parsifal ordena que sea mostrado el Grial, que aparece con un fulgor intensísimo. Se escuchan las voces de lo alto; y mientras Parsifal, en silencio, bendice a los asistentes con el Grial, una paloma blanca viene a posarse sobre su cabeza. Todos se arrodillan ante él y Kundry, desaparecida la maldición cae sin vida a los pies de Parsifal.

Mi análisis:

El final de ésta ópera es una de las piezas mas bellas y conmovedoras que he escuchado, debido a la sublime melodía que comienza en el momento que Parsifal ingresa en el salón del Grial. Me ha puesto la piel de gallina, pues en ese momento de sumo despliegue orquestal que se mantiene en las cuerdas de la orquesta, me imaginé como los caballeros se arrodillan ante él y presencian el descenso de la paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo. Wagner simboliza a ésta con un alto acorde en la flauta. El éxtasis musical a la que acompaña la melodía del coro caracteriza a la perfección el apoteosis del arte wagneriano. Es una música celestial, extraterrenal, que me ha llenado de paz y la considero una caricia para los oídos y el alma.






El estreno de Parsifal tuvo repercusión mundial, y el día en que tuvo lugar dicho acontecimiento estuvieron presentes grandes exponentes de la música del siglo XIX. Entre los más conocidos se hallaban Tchaikovsky, Berlioz, Liszt, Dvorak, Saint-Saens, Mahler, Gounod, Massenet y mi favorito Anton Bruckner, fiel alumno del gran maestro alemán y ferviente devoto, quien al finalizar la obra cayó de rodillas ante Wagner y le dijo: "Maestro, ¡lo adoro!".......Y VAYA QUE TENÍA RAZÓN!!!!!


Interpretación recomendada: Kurt Moll y José Van Damme. Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Herbert Von Karajan.

miércoles, 11 de junio de 2008

Dos anécdotas que me encantaron

Quería compartir con ustedes estas dos historias reales que me emocionaron, sobre todo la primera….

ANÉCDOTA 1:
Durante una tibia tarde de Viena del siglo XIX, se hallaban caminando en la tranquilidad de la pintoresca ciudad cultural dos grandes amigos y notables personajes del arte mundial. Uno de ellos se llamaba Johann Wolfgang von Goethe, novelista, poeta y dramaturgo alemán. El otro Ludwig van Beethoven, un músico que, con el correr de los tiempos, daría mucho que hablar en todo el planeta. No solo el arte unía a estas dos personas, sino también una gran amistad. Por ello, en varias ocasiones se juntaban para caminar por la bella ciudad o bien para tomar algún café dialogando sobre sus respectivas cosas. En aquella tarde iban caminando ambos en silencio y los sorprende a lo lejos una carroza que se aproxima hacia ellos. Al estar cerca, los artistas percibieron que dentro de ella se hallaba una joven pareja correspondiente a la nobleza austríaca. Cuando el carruaje se hallaba ya a un paso de ellos, Goethe hizo una especial reverencia a la emperatriz, haciendo paso con su mano, hincándose levemente y quitándose su sombrero, señalando un cordial y respetuoso saludo. Una vez que pasó de largo, el dramaturgo se repuso y continuó caminando. Inmediatamente el músico se detuvo y se dirigió a su amigo. –Usted ha cometido un error. No tenía que haber hecho eso –le dijo Beethoven– ...¡son ellos los que tienen que hacernos reverencia a nosotros!.

¡¡¡¡QUÉ MAESTRO!!!!!



ANÉCDOTA 2:
En una de las interpretaciones de un concierto para piano de Sergei Rachmaninoff, considerado el último romántico de dicho instrumento, la ejecución se detenía una y otra vez. El director de la orquesta no era un hombre cualquiera. Su nombre era Gustav Mahler, quien además de ser compositor también era director. Se lo solía criticar no solo por su música, sino también por las interpretaciones de las obras de otros autores. Mahler solía ser estricto al punto de detener la ejecución si algo no le resultaba correcto. Aquella vez, el concierto ya había sido cortado unas diez veces, algunas más quizás, hasta que de vuelta volvían a ejecutar la obra de cero. En un momento Rachmaninoff, ejecutor del instrumento y cansado ya de estas pausas, se dirigió a Mahler. –Maestro ¿Qué es lo que sucede?
A lo que Mahler inmediatamente respondió. –Hasta que usted no toque el piano tal cual lo escribió en la partitura, no seguimos.


¡Qué genios por Dios!

lunes, 9 de junio de 2008

Un grande no muy popular: Max Bruch (1838-1920)

Bajo la pronunciación “Bruc”, este romántico alemán se ha ganado un lugar dentro de mis preferencias musicales actuales, y no quería dejarlo ausente en este espacio donde vuelco mis aficiones, que son la fuente de lectura de los que comparten mis gustos, como también es fuente de aprendizaje para los que no lo conocen. Mi padre me lo ha “presentado”, una vez que llevo al campo un CD con sus mejores sinfonías, sus obras completas: me han resultado maravillosas. Lo mismo hizo mi padre un tiempito después, al traer sus grandes obras para violín: también nos resultaron increíbles. Contemporáneo al genial prodigio Camille Saint Saens (1835-1924), tiene en su tercera sinfonía un melancólico adagio, que me transporta y me ubica en los bellos paisajes nevados europeos. Me sumerge en un colchón de paz absoluta. También me ha causado similar efecto sus romazas para violín, expresando un toque romántico realmente único, ideal para apreciarlo en una noche de campo con luna llena. Sus caracteres musicales heredan grandes aditivos de Schumann, sobre todo en sus sinfonías, bastante similares a la sinfonía “Renana”, compuesta por el ya citado compositor. También se mezclan grandes recursos vigorosos de Beethoven, que se aprecian básicamente en los scherzos. En resumidas cuentas, este compositor, con estas características que les mencioné, se ha ganado un lugar dentro de la “discoteca” de los Tarsitano. Les muestro algunos datos biográficos.

DATOS BIOGRÁFICOS

Bruch nació en Colonia, Alemania, el 6 de enero de 1838. De pequeño ya mostró talento para la música y recibió clases, las primeras por parte de su madre, que fue soprano. De ahí que a los 11 años ya había compuesto algunas obras que se interpretaron en público. En 1852, cuando sólo tenía 16 años, ya compuso su primera sinfonía y un cuarteto de cuerdas, lo que le valió un premio de la Fundación Mozart en Fráncfort del Meno y una beca.

Al año siguiente Bruch inició sus estudios de música en Fráncfort, que prosiguió más adelante en Leipzig. Después de cinco años terminó su formación y trabajó durante tres años en Colonia como profesor de música. Entre 1861 y 1865 realizó numerosos viajes por Alemania, Austria, Francia y Bélgica, donde dió recitales como director de orquesta. Al final de ese periodo aceptó el cargo de director de música en Coblenza y más adelante de director de orquesta cerca de Turinga.

En 1870 Bruch se instaló en Berlin, donde volvió a trabajar como profesor de música. En 1880, a los 42 años, se casó con una cantante, con la que tuvo cuatro hijos. Fue nombrado en ese mismo año director de la orquesta filarmónica de Liverpool, en Inglaterra, donde permaneció tres años. A continuación dirige la orquesta de la ciudad Breslau, en Alemania, hasta que se hace cargo en 1891 de la dirección de la escuela de composición en Berlín. En los años siguientes Bruch es distinguido en repetidas ocasiones. Recibe el título de profesor honoris causa por las universidades de Cambridge y de Berlin. En esta última ciudad ingresa en la academia de Bellas Artes como miembro de la dirección.

En los diez últimos años de su vida Bruch renuncia a sus cargos y se dedica por entero a la composición. Entre sus obras más importantes se encuentran sus conciertos para violín, de las que el Concierto para violín en sol menor sigue teniendo en la actualidad una acogida extraordinaria, comparable a la del concierto para violín de Mendelssohn. También son muy conocidas hoy en día su Fantasía escocesa, para violín y orquesta, y sus Variaciones sobre el Kol Nidrei, para cello y orquesta, basadas en melodías hebreas. Bruch compuso otras muchas obras que fueron populares en su época, como sus tres sinfonías y otras obras orquestales, sus óperas, entre ellas especialmente Loreley, y sus obras corales.

Murió a los 82 años de edad.

OBRA MUSICAL

Concierto nº 1 para violín y orquesta (1867)

Concierto nº 2 para violín y orquesta, opus 44 (1877)

Fantasía escocesa nº 1 violín y orq. (1880)

Kol Nidrei violonchelo y orquesta (1881)

Concierto nº 3 para violín y orquesta, opus 58 (1890)


A continuación les dejo de regalo un video del hermoso adagio que les mencioné antes, un regalo de Dios, una caricia para los oídos.


miércoles, 4 de junio de 2008

Un genio, del 21 al 125


En este post quiero hablar de las grandiosas sinfonías de Ludwig Van Beethoven, el titán de la música como lo han descripto ciertos críticos del siglo XIX, entre algunos nada más y nada menos que Richard Wagner. Para mi son obras dignas de ser analizadas y, mas allá de que a la gente le guste o no, se las considera como la bisagra de la música, es decir que marco un antes y un después, sin lugar a dudas. A mi parecer diría que marcó un paradigma en la música: este célebre compositor, que por desdicha padeció una sordera progresiva a partir de los 30 años de edad, nació a fines de la época donde gobernaba el clasicismo en la música, en 1770 para ser más precisos. En aquella época Haydn y el prodigio Mozart deleitaban a las cortes europeas, lo que mas se estilaba era tocar para la Aristocracia. Beethoven por cierto copió muchas cosas del célebre niño prodigio. Murió en 1827, cuando estaba el romanticismo dando sus mejores frutos. Por eso para mi marcó un paradigma, porque Beethoven tiene una mezcla de ambas corrientes: la que gobernó Mozart y el romanticismo. Justamente la quinta sinfonía, que mencionaré a la brevedad, es justo el punto de inflexión entre ambas corrientes de la cultura mundial, siempre mirándolo desde el marco musical.
¿Por que puse este título? Simplemente porque la primer sinfonía de Beethoven es la op. 21 (op. significa “opus”, del latín “obra”) y la novena (la última) es la op. 125. El compositor, al igual que otros colegas en la época, ponía en las obras la nomenclatura del opus, para saber así que orden cronológico sigue y cual es el número de cada obra. Generalmente este compositor escribía en dos escritorios diferentes, dos obras a la vez. ¡Algo increíble!

Las Sinfonías Nº 1 op. 21 y la Nº 2 op. 36 son una gran representación del último momento del clasicismo. Se guardan muchas melodías semejantes a las del prodigio Mozart, sobre todo en la primera, se recuerda el viejo “minué” en el tercer movimento. En la segunda aparece recién el “scherzo”, movimiento que quedaría de por vida en el resto de las sinfonías de los compositores que lo sucedieron. En el presente link podemos apreciar el inicio de la primer sinfonía:
http://www.youtube.com/watch?v=buSsLmknbgo

La sinfonía Nº 3 op. 55, con el subtítulo “Heroica”, es el primer gran salto de Beethoven en la historia de la sinfonía. Comienza aquí a describir de alguna manera fuerzas sobrenaturales, tema que retomaría mas adelante y mantendría a lo largo de su lucha en la vida. Le puso ese nombre en honor a Napoleón Bonaparte, a quien le dedicó la grandiosa obra. El profesor Marcelo Arce me contó en una clase que, en el primer movimiento el compositor dejó una leyenda en la partitura aludiendo Napoleón: casi finalizando el tramo de la coda, se puede leer en la parte inferior “A la memoria de un gran hombre”. Personifica a Napoleón como el héroe, que es el tema central de la obra. Desde ahí que el compositor utiliza grandes recursos orquestales. Aparece el tema al que los musicólogos llaman hoy día “plano sonoro”, refiriéndose a que la música parecería escucharse en tres dimensiones, o un grupo de instrumentos que va adquiriendo mas magnitud que otro, como si la orquesta se “moviese”. A continuación pueden apreciar una interpretación de Herbert Von Karajan, uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX.
http://www.youtube.com/watch?v=FFltqVS8d9I&feature=related

La sinfonía Nº 4 op. 60, nos trae un poco de calma en comparación del vigor que nos dejó la Heroica. Es una obra mas fresca, aunque comienza con una atmósfera sombría, que nos da un pequeño adelanto de lo que a futuro se lo llamaría hipersinfonismo, destacado en la novena sinfonía. Nuevamente les muestro una interpretación de Karajan:
http://www.youtube.com/watch?v=zk-sf1jOkdc&feature=related

La Sinfonía Nº 5 op. 67 retoma la imagen central que permaneció durante la tercera sinfonía. Toda esa energía vuelve a resurgir en un interrogante que para Beethoven no marca solo su música, sino también su propia vida. Plantea el tema de destino. Era un tema que obsesionaba a nuestro maestro. ¿Qué será de mi destino?. Es la obra que sin lugar a dudas es la bisagra, el punto de inflexión que nos abre la llave para entrar al Romanticismo en la música. Pero ustedes se preguntarán que tiene de romántico el primer acorde que suena al inicio. El “pa…ra…pa…pá” (sol–sol–sol–mi bemol), como sonido onomatopéyico, es un acorde impactante que hasta suena macabro: ha sido brutalmente rechazado el día del estreno, ya que el público no estaba acostumbrado a escuchar una música que impacte tanto. Se horrorizaron todos en la sala de concierto. Piensen que el estreno se dio un frío 6 de diciembre de 1808 en Viena, justamente se van a cumplir 200 años!!!! Sin embargo con el correr del tiempo esta obra, que por cierto es maravillosa, ha convencido a multitudes de que Beethoven era un ser elevado, ya que se mandó en un disco al espacio exterior en una expedición de la NASA como representación de los sonidos del Planeta Tierra. La verdad esta sinfonía merece un post aparte. En el presente link se puede apreciar este primer moviendo que es tan famoso:
http://www.youtube.com/watch?v=Lo0b88qEpI0 .
Volviendo al tema del romanticismo, se dice que es la obra que lo inicia porque en dicha corriente musical se plantean los principales aspectos que se vinculan con la vida: el amor, el odio, las pasiones, el destino, la lucha, o la vida misma. Todas las obras románticas aluden a estos temas. Nosotros tenemos un erróneo concepto de romántico: pensamos que algo solamente es romántico porque alude al amor, y es falso. Lo romántico puede abarcar todos los aspectos que les mencioné recién. La quinta sinfonía detalla de distintas maneras lo que significa el destino para Beethoven. Al comienzo, con el famoso acorde, el músico explayó en una parte de la partitura “El destino golpea mi puerta”. Da escalofrios, si, pero lo plantea para mi extraordinariamente bien. Durante el transcurso de toda la obra, el tema central (tres notas breves y una larga), este leitmotiv, se mantiene intacto hasta que culmina al final con un desarrollo orquestal realmente único: en la parte inferior de la partitura el compositor mostró la leyenda “Le aplastaré la cabeza al destino” como aclarando la idea en el final de la obra que fue lo que marcó el paradigma. ¿Saben por que la sinfonía la pusieron en el disco de la NASA con los demás sonidos de la Tierra? Resulta que había un poblado en una isla del Pacífico, la cual jamás había escuchado algún tipo de música: solo conocían los sonidos de la naturaleza. Un día se les presentó la música, diversos tipos y estilos, y entre ellos la quinta sinfonía de Beethoven. Ésta última obra los impactó notoriamente y hasta tuvieron buenas reacciones al escucharla. Es por eso que se la consideró apropiada para mandarla al espacio.

La sinfonía Nº 6 op. 68, llamada “Pastorale”, tuvo estreno mundial el mismo día que la quinta sinfonía, y en ella Beethoven expresa su infinito amor hacia la naturaleza. Es la primer obra de él del tipo programática, ya que la música es puramente descriptiva, describe un programa. Primero aparece el “amanecer en un día de campo”, luego en el movimiento lento “escena junto al arroyo”, donde se aprecia las leves notas de las cuerdas que simbolizan el agua del arroyo y unas flautas simbolizan pájaros. En tercer lugar tenemos una “danza de campesinos” que disfrutan de un bello paisaje. Inmediatamente la música alegre se torna automáticamente a la “tormenta” que se desata en forma furiosa. Los pastores deben refugiarse del temporal. Y por último, la tormenta se aleja y hay un “agradecimiento pastoral luego de la tempestad”. La música recobra una bella melodía, que refleja el alivio de los pastores. El fin de la sinfonía contrarresta con el impactante fin de la quinta, con un toque único: los pastores se van a dormir cuando empieza a caer la noche y la melodía se va apaciguando de a poco en los violines y en los contrabajos. Para conocerla mejor, vean el link
http://www.youtube.com/watch?v=HZGb-Kjy0S0&feature=related

La sinfonía Nº 7 op. 92 vuelve a recobrar el vigor que quedó latente de la quinta sinfonía, y en parte es la llave de apertura a la música de Richard Wagner. Como segundo movimiento (
http://www.youtube.com/watch?v=bqtPVEuAbzM) tiene un allegretto que posee una dulce melodía: comienza tenue en los contrabajos como un acorde fúnebre (aunque se llama allegretto por la estructura musical). Luego esa melodía lo toman los violonchelos, y al terminar de desarrollar la esencia aparecen los violines como para culminar el desarrollo de los instrumentos de cuerda. El movimiento continua con el mismo tema hasta que la sinfonía finaliza con un presto a pura energía.

La sinfonía Nº 8 op. 93 es un canto a la vida. Es ligera y de corta duración, y en el transcurso de sus cuatro movimientos se percibe un espíritu alegre y enérgico. Tal como lo ha descripto Wagner cierta vez, es como “las travesuras de un niño”. Su comienzo y desarrollo del primer movimiento son muy motivadores, como que dan energía y ganas de vivir. El segundo movimiento tiene un tempo marcado que se lo relaciona indirectamente con la sinfonía “El reloj” de Joseph Haydn. También anticipa a futuro lo que desarrollaría Sergei Prokofiev casi un siglo mas adelante: el Neoclasicismo. Ese ritmo de reloj lo tomaría a futuro este ruso para su Sinfonía Nº 1. El link
http://www.youtube.com/watch?v=8Hk4wueoiFM nos muestra la vitalidad y alegría del primer movimiento.

La sinfonía Nº 9 op. 125 ya describe un universo musical desconocido hasta esa fecha. Tuvo su estreno mundial en Viena en 1823, pocos años antes de la muerte de Beethoven. Digo que era desconocido porque hasta ese año las orquestas estaban limitadas hasta ochenta músicos. En la novena sinfonía aparecen más músicos en escena, algo inusual que también revolucionó el arte musical en todo el mundo. Se lo llamó “Hipersinfonismo”, debido a que la cantidad de músicos excedían los cien participantes, e incluso a veces llegando hasta ciento veinte. Además, se revolucionó la sinfonía porque en esta obra Beethoven incluye, por primera vez, la voz humana. Un coro mixto y cuatro solistas aparecen recién en el Presto final, cantando un fragmento de la ya célebre Oda a la alegría, de Friedrich Von Schiller, amigo de nuestro maestro. El desarrollo de la obra es extenso y desde el arranque se aprecia la atmósfera musical diferente a la octava sinfonía: una nota pedal continua anticipa un vigor orquestal que tendrá un gran desarrollo con el correr de la obra, muy parecido al comienzo de la cuarta sinfonía. En el adagio se vuelve al clima melancólico y como cierre de la obra, antes de la aparición del coro, los contrabajos anuncian la llegada del coro masculino para el arranque de la oda. La obra finaliza con un gran colorido orquestal y vocal, cerrando así de forma maravillosa el ciclo de sus nueve sinfonías.
Una anécdota cuenta que el músico, el día del estreno de la novena sinfonía, se encontraba dirigiendo la orquesta. Tenía puesto un sombrero rojo, que hacia juego con su vestimenta. La obra recién había concluido y el maestro seguía agitando los brazos de manera enérgica hacia la orquesta. Como era sordo, no había percibido el fin y aun seguía dirigiendo en medio de los aplausos y ovaciones, hasta que la soprano fue discretamente hacia él y lo dio vuelta con una palmada en el hombro. El músico diose vuelta y percibió con gran emoción la ovación y el cariño del público. Las lágrimas recorrieron su rostro, parecía un niño sorprendido. El siguiente enlace (
http://www.youtube.com/watch?v=bcR63fPtSLs&feature=related) corresponde al film “Amada inmortal” y muestra aquella anécdota del estreno, aunque algunas cosas están cambiadas, no sabemos si en la película o en la anécdota que les conté (los invito a ver si notan las diferencias entre ambas... a ver si las distinguen).

Las sinfonías de Beethoven fueron el objeto de estudio de muchas generaciones que le siguieron. Sin lugar a dudas han dejado sus huellas en la historia del arte. Franz Liszt, prodigio indiscutido del piano, las transcribió a las nueve sinfonías a la versión de dicho instrumento, algo absolutamente excepcional que también repitió en sinnúmero de obras, e incluso óperas.