Quería dedicar este post a mi querido Racing, el club de mis amores. No solamente contar la triste situación actual, muy crítica sobre la cual golpean de cerca la promoción y el descenso, sino también de nombrar y recordar su historia, tan grande como su maravillosa hinchada. Tal vez el hincha de Racing que lea el presente artículo se emocione y sienta una sensación de cariño con mi relato, porque se trata de un club especial. Amamos al club como a nuestra mamá o nuestros hermanos: reímos, lloramos, insultamos, nos abrazamos, saltamos, sufrimos, y también somos víctimas desde hace años de un sinnúmero de cargadas, algunas que son graciosas quizás y otras que no tanto. Yo, si bien no soy de ir a la cancha, siempre lo sigo en el sentimiento, ya sea mirándolo por televisión, o bien si estoy fuera de casa siempre me escapo y me prendo a escuchar la radio mas cercana para ver como sale el partido que juega, además de leer las columnas que saca en los diarios todos los días. Creo que más allá del aspecto futbolístico, tuvimos muy mala suerte con los dirigentes que nos tocaron, sobre todo en los últimos 15 años, que han convertido al club en cenizas. No estaríamos pasando ahora semejante situación económica e institucional si se hubiera administrado el club de otra manera. Pero en fin, así son las cosas, estamos igualmente orgullosos de ser hinchas de este club que, este donde este, siempre va a ser un grande y uno de los clubes más tradicionales del fútbol argentino.
Su historia data de comienzos del siglo XX, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca. En aquel entonces el país era el principal atractivo de los inmigrantes de diversas partes de Europa, nos llamaban “El granero del mundo”, aunque algunas de las carnes que se exportaban al exterior eran rechazadas porque se creía que contenían aftosa.
Era la aurora del fútbol argentino, y de la mano de los ingleses, con Watson Hutton como pionero, se instalaron los primeros “clubes” para jugar dicho deporte a fines del siglo XIX. Alrededor de la década de 1890 se crea la Asociación del Fútbol Argentino. En 1901 un grupo de jóvenes de Barracas al Sud, zona que años más tarde tomaría el nombre de Avellaneda, crea una comisión deportiva, algo así como un club. Se la llamó “Football Club Barracas al Sud”. La condición era que los socios tenían que ser footballers (jugadores de fútbol). El club sufrió un cataclismo a menos de un año de existencia. El argumento determinante fue la elección de los colores de la camiseta que representaría al club. El presidente de la institución tenía la idea de hacerla a rayas negras y amarillas mientras que otro grupo de socios deseaban que esta fuese roja (¡Qué paradoja! ese color sería en el futuro cercano el color de un eterno rival). La falta de acuerdo tuvo como consecuencia la división de la institución. En 1902 se fundó “Colorados unidos”, formado por un grupo mayoritario de socios del “Barracas al Sud”. Finalmente el 25 de marzo de 1903 se reunieron ambos clubes y como un fin común se planteó que se unificaran ambas instituciones, y se fundó “Racing Football Club”. El nombre se debe debido a que uno de sus integrantes de la comisión mostró al resto una revista francesa, y uno de sus artículos rezaba la frase “Racing club”, haciendo referencia a una institución francesa de trascendencia en la época. La moción fue aprobada por todos los integrantes. Si bien el Racing francés contaba con los colores "ciel et blanc" (celeste y blanco) pero con franjas horizontales, Racing Club de Avellaneda no adoptó los colores albicelestes hasta 1910, en franjas verticales, en conmemoración al centenario de la Revolución de Mayo, justamente por ser el primer equipo argentino fundado íntegramente por criollos (recordemos que los anteriores eran todos ingleses).
En 1910, durante la era amateur, asciende a primera división ganándole 2 a 1 a Boca Juniors, y desde ahí comenzaría una seguidilla de éxitos que convertiría a Racing en ser el primero de los equipos llamados “grandes”. En 1913 pegó el primer grito de campeón, y entre ese año y 1919 ganó siete campeonatos amateurs consecutivos, proeza sin parangón en la historia del fútbol, y contó con un equipo formado por los mejores representantes del fútbol argentino de esa época. Los campeonatos de 1914, 1915 y 1918 fueron ganados en forma invicta, y el de 1919 con el puntaje ideal. En aquellos tiempos surgió el apodo que lo acompañaría en la eternidad: le decían la “Academia” del fútbol, haciendo alusión a que parecía “una escuela de fútbol”, se “daba cátedra”. Le siguieron los títulos de 1921 y 1925.
A partir de la década del 30 comenzó el profesionalismo, y Racing obtuvo el primer título en esta era recién en el año 1949. Le siguieron los títulos de 1950 y 1951, convirtiéndose en el primer tricampeón de la era profesional. El campeonato de 1950 fue el primero que festejó en el estadio Juan Domingo Perón, la cancha que posee actualmente. Se la llama así porque el famoso presidente argentino de mitad del siglo era un hincha reconocido del club, y fue él mismo el que hizo construir el estadio. En 1958 La Academia pega otro grito de manera brillante, de un equipazo, el cuál mi viejo me enseñó a nombrar de memoria. Tenía varias figuras, pero la mas sobresaliente fue Omar Orestes Corbatta, apodado “el loco”, considerado por muchos el mejor wing derecho de la historia del fútbol argentino. La década del 60 fue sin lugar a dudas la “década de oro” de Racing. Primero festejó el campeonato de 1961 y luego en el año 1966, once hombres hicieron más que historia. Se consagró campeón en ese año con 39 partidos invictos. Se lo llamó El equipo de José, debido al técnico Juan José Pizzuti, emblema de La Academia. Al año siguiente, 1967, la gloria cruzó las fronteras, al obtener la primera Copa Libertadores de América y luego, la Copa Intercontinental, que de la mano del inolvidable zapatazo del Chango Cárdenas, Racing se convierte en el primer campeón argentino del mundo, al ganarle al Celtic de Escocia por 1 a 0 (ese gol de Cárdenas, junto con el de Maradona a los ingleses, creo yo que son los dos mas vistos y repetidos de toda la historia del fútbol argentino, son goles dignos de ponerse de pie y aplaudir).
Luego vino el período malo para el club, en la década del 70 no logró títulos, y en el año 1983 sufre el peor cimbronazo para un club grande: desciende a la Primera B Nacional. Algo difícil de digerir, estuvo en esa categoría hasta 1985, donde logró el segundo ascenso. El último grito del siglo XX fue la Supercopa de 1988, entre algunas figuras se destacaron Gustavo Costas y el uruguayo Rubén Paz, el último gran ídolo de La Academia. La sequía de títulos locales pesaba en la camiseta, y recién en el 2001 Racing vence una terrible carga de 35 años sin salir campeón. Hoy en día los altibajos siguen, la mala suerte también: estamos luchando para no descender nuevamente. De cualquier manera, Racing siempre va ser un grande, por las huellas que dejó en la historia del fútbol argentino.
¿Por qué soy hincha de Racing?
Cuando mi querido y recordado Nono, Francisco Tarsitano, llegó al país en 1927 proveniente de Calabria, sur de Italia, quedó maravillado con los colores de Argentina. Si, Argentina, ese país que lo conquistó por completo y el que le daría empleo, comida y un hogar digno por el resto de su vida. Cómo todo muchacho de 16 años y con toda la energía de querer progresar, de “hacer la América”, opacaba sus días estresantes yendo a ver fútbol, que era la gracia y el mejor plan para el domingo de los pibes del conventillo. Era la época del “fútbol espectáculo”, donde los señores iban a las tribunas con sus sombreros que entonaban con los trajes, las señoras llevaban a los niños y todo era una fiesta: el fútbol, los cánticos, los aplausos al equipo y también a las buenas jugadas del equipo rival. No había maldad, se jugaba por el orgullo, por la camiseta, por “el pancho y la gaseosa”. Mi nono fue a la cancha con sus primos (que algunos habían venido de Italia antes que él) a ver a River, Boca, Racing, Independiente, tal vez alguno mas quizás. Solo quedó maravillado con esa camiseta que lucía los mismos colores que el cielo, los mismos colores de la bandera de su "segundo país". Además sintió una química especial con esa hinchada fervorosa y sentimental. “Yo quiero ser de este club!”. Ya transcurría la década del 30 y todos los primos Tarsitano de aquella generación salían en caravana hacia Avellaneda para ver a La Academia. Alquilaban un tranvía, todos los primos, todos de Racing obvio, los cuales le decían al motorman que no se detuviese hasta que se llegue a destino: el estadio.
En el año ´47 nace mi viejo, Carlos Francisco Tarsitano, quien heredó a rajatabla la pasión por Racing. Mientras cursaba la escuela en el prestigioso Carlos Pellegrini, le encantaba ir a jugar al fútbol los sábados: tenía habilidades como número “6” (puesto que hoy se lo llama “segundo marcador central”). Mi nono era peluquero a la antigua, de los que hasta te afeitaban su vos querías. Le cortó el pelo durante años a un presidente de Racing, Luis Chamiso. Mi viejo quería entrar en las divisiones inferiores del club. Él siempre me contaba: “Negrito, yo podría haber sido probado en Racing, si el nono le cortaba el pelo al presidente del club….. ¡Entraba de taquito!”. Pero mi nono si bien era fana del fútbol, dijo un rotundo “NO”. “Que el nene estudie y se reciba”. Y mi Nona María fue más severa aun en esa postura. Como buenos tanos que traían la sana filosofía de antes, querían que sus hijos estudiasen y fuesen profesionales: “Mi hijo el dottor”…¿Les suena?. Es que jugar al fútbol en ese entonces, según mi viejo, era de “vago”, de “atorrante”. Los futbolistas no tenían el futuro que tienen hoy, y es cierto. De hecho, luego mi viejo estudio para contador público en la UBA. Así y todo, todos los domingos luego de la pasta de la nona, era religión que mi viejo fuera con mi nono y los tíos a la cancha. Los Tarsitano se mimetizaron con Racing, el club ya era parte de la familia.
Yo, quien les escribe, nací en el año ´79, y por desdicha tuve que vivir la peor etapa de Racing, la peor de su historia, la época de “vacas flacas” como le dicen algunos, con el descenso del `83 y el letargo de 35 años sin títulos locales incluidos. Lloré cuando casi nos cierran el club en marzo del ´99, quiebra e incertidumbre total mediante (¿Recuerdan a Lalín recibiendo el bombo en su cara?) ¡Cómo olvidarlo!. Así y todo me emociono cuando mi viejo me habla de los jugadores de su época: del “loco” Corbatta, de Perfumo, de Federico Sacchi, Basile, Dellacha y muchos otros. Si bien no los viví, siento que de alguna manera lo vivo cuando mi viejo me cuenta, como si retrocediera en el tiempo y los viera, porque tengo esa misma sensación que mi viejo. Y me imaginó como habrá sido el festejo del campeón del mundo en el ´67. Solo pude vivir el título de 2001 de la mano de Reinaldo Mostaza Merlo, el cual salí a festejar con muchos hinchas al tradicional obelisco de Buenos Aires, un ícono de nuestra cultura. Fue un festejo lindo en medio de un clima nacional triste: el país transitaba una de sus peores crisis sociales y económicas.
Por eso para mi Racing es un sentimiento indescriptible, que no se puede decir con palabras. Es como parte de nuestra vida para los hinchas.
Espero que este humilde post les haya gustado, para mi fue hermoso escribirlo.
MAS QUE NUNCA........ AGUANTE LA ACADEMIA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ah, y se esperan COMENTARIOS… NO CARGADAS!!!