sábado, 3 de mayo de 2008

Sinfonía Fantástica

Compuesta por Héctor Berlioz (1803-1869), es una de mis obras favoritas y considerada el gran exponente del Romanticismo en la música. Es del tipo programática, es decir, que su música sigue un programa, es descriptiva. Lleva el subtítulo “Episodio de la vida de un artista”. Concluida en 1830, el compositor nos muestra en esta obra una apasionada protesta de amor hacia la actriz irlandesa Henrietta Smithson. La imagen de ésta mujer es la idea fija de toda la obra. Berlioz propuso en un principio el siguiente programa para la sinfonía:
“Un joven músico, de sensibilidad mórbida y ardiente imaginación, se envenena con opio en una crisis de desesperación amorosa. La dosis de narcótico, demasiado débil para provocarle la muerte, lo sumerge en un pesado sueño al que acompañan las visiones mas extrañas; sus sensaciones, sentimientos y recuerdos, se convierten en sus cerebro enfermo en pensamientos e imágenes musicales. La mujer amada se ha convertido para él en melodía, algo semejante a una idea fija, que encuentra y escucha por doquier”.
La obra cuenta con cinco movimientos:
1)Sueños y pasiones: “Al principio solo recuerda la inquietud del alma, esos momentos de melancolía y gozo sin causa alguna que experimentaba antes de ver a la que ama; luego el amor volcánico que súbitamente le inspiró, sus momentos de angustia delirante, de rabiosos celos; después el retorno a una ternura cariñosa y el consuelo religioso”.
2)El baile: “Ve a su amada en un baile, en medio del tumulto de una brillante fiesta”.
3)Escena en el campo: “En un atardecer de verano en el campo, oye a dos pastores tocando un ranz-des-vaches (melodía que los pastores suizos cantan o también ejecutan en sus trompas rústicas para llamar al ganado) en diálogo alternado; este dúo de los pastores, la escena que lo rodea, el ligero murmullo de los árboles agitados por la brisa, esperanzas recientemente concebidas, todo se combina para devolver a su corazón una tranquilidad inusitada e impartir un colorido mas alegre a sus pensamientos; pero ella aparece otra vez; el corazón del músico deja de latir, lo agitan penosos pensamientos: ¡si fuera a traicionarlo...! Uno de los pastores reanuda la inocente melodía, el otro ya no le responde más. El sol se oculta... el sonido de truenos distantes... soledad... silencio...”.
4)Marcha al suplicio: “Sueña que ha matado a su amada, que lo condenan a muerte y lo van a ejecutar. La procesión avanza en los sones de una marcha que es a veces sombría y a veces salvaje, a veces brillante ya veces solemne. El sonido sordo de las fuertes pisadas sigue sin interrupción. Al final, la idea fija reaparece por un instante, como un ultimo pensamiento de amor al que da fin el golpe fatal”.
5)Sueño de una noche de aquelarre ó Sueño del sabbat: “Se encuentra presenciando un sabbat de brujas, en medio de un espantoso grupo de fantasmas, hechiceros y toda clase de monstruos que se han reunido para sus exequias. Oye ruidos extraños, gemidos, estrepitosas carcajadas, aullidos a los que parecen contestar otros aullidos. Aparece nuevamente la idea fija; pero ha perdido su carácter noble y tímido; se ha convertido en un aire de baile innoble, trivial y grotesco; ve incorporarse a su amada al sabbat de las brujas... rugidos de alegría celebran su llegada. La ve tomar parte en la diabólica orgía... campanas doblan a muerto, en una parodia burlesca del Dies Irae. La danza de las brujas y el Dies Irae se escuchan juntos”.

La inclusión de la obra en “Historias ocultas”.
Fue realmente increíble, apasionante y hasta diría divertido haberle encontrado a la sinfonía fantástica un lugar dentro de mi novela. La verdad siempre me ha gustado cuando dentro de una obra se encuentra otra en su interior, como por ejemplo en la novela “El acoso” de Carpentier, una de mis novelas favoritas. En ella toda la historia transcurre en una sala de concierto, donde se interpreta la incomparable Sinfonía Heroica de Ludwig Van Beethoven. También me basé en la antológica “El Padrino III”, donde en su final se desarrolla una interpretación de la bellísima “Cavallería Rusticana” mientras que afuera se llevan a cabo grandes crímenes. Algo muy parecido sucede en mi novela, ya que la Sinfonía Fantástica es ejecutada en el Teatro Colón y todo transcurre en el final. Elegí la obra de Berlioz porque encajaban a la perfección los delirios de Joseph con los del artista del programa explicativo. En cierta forma, la incertidumbre y los miedos de mi personaje principal van a la par de los de este artista imaginario. Joseph es el artista en cuestión y todas las sensaciones que presenta en el teatro van surgiendo mientras escucha la música orquestal, además de identificar a Gisela como la idea fija de la obra.

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