lunes, 9 de junio de 2008

Un grande no muy popular: Max Bruch (1838-1920)

Bajo la pronunciación “Bruc”, este romántico alemán se ha ganado un lugar dentro de mis preferencias musicales actuales, y no quería dejarlo ausente en este espacio donde vuelco mis aficiones, que son la fuente de lectura de los que comparten mis gustos, como también es fuente de aprendizaje para los que no lo conocen. Mi padre me lo ha “presentado”, una vez que llevo al campo un CD con sus mejores sinfonías, sus obras completas: me han resultado maravillosas. Lo mismo hizo mi padre un tiempito después, al traer sus grandes obras para violín: también nos resultaron increíbles. Contemporáneo al genial prodigio Camille Saint Saens (1835-1924), tiene en su tercera sinfonía un melancólico adagio, que me transporta y me ubica en los bellos paisajes nevados europeos. Me sumerge en un colchón de paz absoluta. También me ha causado similar efecto sus romazas para violín, expresando un toque romántico realmente único, ideal para apreciarlo en una noche de campo con luna llena. Sus caracteres musicales heredan grandes aditivos de Schumann, sobre todo en sus sinfonías, bastante similares a la sinfonía “Renana”, compuesta por el ya citado compositor. También se mezclan grandes recursos vigorosos de Beethoven, que se aprecian básicamente en los scherzos. En resumidas cuentas, este compositor, con estas características que les mencioné, se ha ganado un lugar dentro de la “discoteca” de los Tarsitano. Les muestro algunos datos biográficos.

DATOS BIOGRÁFICOS

Bruch nació en Colonia, Alemania, el 6 de enero de 1838. De pequeño ya mostró talento para la música y recibió clases, las primeras por parte de su madre, que fue soprano. De ahí que a los 11 años ya había compuesto algunas obras que se interpretaron en público. En 1852, cuando sólo tenía 16 años, ya compuso su primera sinfonía y un cuarteto de cuerdas, lo que le valió un premio de la Fundación Mozart en Fráncfort del Meno y una beca.

Al año siguiente Bruch inició sus estudios de música en Fráncfort, que prosiguió más adelante en Leipzig. Después de cinco años terminó su formación y trabajó durante tres años en Colonia como profesor de música. Entre 1861 y 1865 realizó numerosos viajes por Alemania, Austria, Francia y Bélgica, donde dió recitales como director de orquesta. Al final de ese periodo aceptó el cargo de director de música en Coblenza y más adelante de director de orquesta cerca de Turinga.

En 1870 Bruch se instaló en Berlin, donde volvió a trabajar como profesor de música. En 1880, a los 42 años, se casó con una cantante, con la que tuvo cuatro hijos. Fue nombrado en ese mismo año director de la orquesta filarmónica de Liverpool, en Inglaterra, donde permaneció tres años. A continuación dirige la orquesta de la ciudad Breslau, en Alemania, hasta que se hace cargo en 1891 de la dirección de la escuela de composición en Berlín. En los años siguientes Bruch es distinguido en repetidas ocasiones. Recibe el título de profesor honoris causa por las universidades de Cambridge y de Berlin. En esta última ciudad ingresa en la academia de Bellas Artes como miembro de la dirección.

En los diez últimos años de su vida Bruch renuncia a sus cargos y se dedica por entero a la composición. Entre sus obras más importantes se encuentran sus conciertos para violín, de las que el Concierto para violín en sol menor sigue teniendo en la actualidad una acogida extraordinaria, comparable a la del concierto para violín de Mendelssohn. También son muy conocidas hoy en día su Fantasía escocesa, para violín y orquesta, y sus Variaciones sobre el Kol Nidrei, para cello y orquesta, basadas en melodías hebreas. Bruch compuso otras muchas obras que fueron populares en su época, como sus tres sinfonías y otras obras orquestales, sus óperas, entre ellas especialmente Loreley, y sus obras corales.

Murió a los 82 años de edad.

OBRA MUSICAL

Concierto nº 1 para violín y orquesta (1867)

Concierto nº 2 para violín y orquesta, opus 44 (1877)

Fantasía escocesa nº 1 violín y orq. (1880)

Kol Nidrei violonchelo y orquesta (1881)

Concierto nº 3 para violín y orquesta, opus 58 (1890)


A continuación les dejo de regalo un video del hermoso adagio que les mencioné antes, un regalo de Dios, una caricia para los oídos.


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