miércoles, 4 de junio de 2008

Un genio, del 21 al 125


En este post quiero hablar de las grandiosas sinfonías de Ludwig Van Beethoven, el titán de la música como lo han descripto ciertos críticos del siglo XIX, entre algunos nada más y nada menos que Richard Wagner. Para mi son obras dignas de ser analizadas y, mas allá de que a la gente le guste o no, se las considera como la bisagra de la música, es decir que marco un antes y un después, sin lugar a dudas. A mi parecer diría que marcó un paradigma en la música: este célebre compositor, que por desdicha padeció una sordera progresiva a partir de los 30 años de edad, nació a fines de la época donde gobernaba el clasicismo en la música, en 1770 para ser más precisos. En aquella época Haydn y el prodigio Mozart deleitaban a las cortes europeas, lo que mas se estilaba era tocar para la Aristocracia. Beethoven por cierto copió muchas cosas del célebre niño prodigio. Murió en 1827, cuando estaba el romanticismo dando sus mejores frutos. Por eso para mi marcó un paradigma, porque Beethoven tiene una mezcla de ambas corrientes: la que gobernó Mozart y el romanticismo. Justamente la quinta sinfonía, que mencionaré a la brevedad, es justo el punto de inflexión entre ambas corrientes de la cultura mundial, siempre mirándolo desde el marco musical.
¿Por que puse este título? Simplemente porque la primer sinfonía de Beethoven es la op. 21 (op. significa “opus”, del latín “obra”) y la novena (la última) es la op. 125. El compositor, al igual que otros colegas en la época, ponía en las obras la nomenclatura del opus, para saber así que orden cronológico sigue y cual es el número de cada obra. Generalmente este compositor escribía en dos escritorios diferentes, dos obras a la vez. ¡Algo increíble!

Las Sinfonías Nº 1 op. 21 y la Nº 2 op. 36 son una gran representación del último momento del clasicismo. Se guardan muchas melodías semejantes a las del prodigio Mozart, sobre todo en la primera, se recuerda el viejo “minué” en el tercer movimento. En la segunda aparece recién el “scherzo”, movimiento que quedaría de por vida en el resto de las sinfonías de los compositores que lo sucedieron. En el presente link podemos apreciar el inicio de la primer sinfonía:
http://www.youtube.com/watch?v=buSsLmknbgo

La sinfonía Nº 3 op. 55, con el subtítulo “Heroica”, es el primer gran salto de Beethoven en la historia de la sinfonía. Comienza aquí a describir de alguna manera fuerzas sobrenaturales, tema que retomaría mas adelante y mantendría a lo largo de su lucha en la vida. Le puso ese nombre en honor a Napoleón Bonaparte, a quien le dedicó la grandiosa obra. El profesor Marcelo Arce me contó en una clase que, en el primer movimiento el compositor dejó una leyenda en la partitura aludiendo Napoleón: casi finalizando el tramo de la coda, se puede leer en la parte inferior “A la memoria de un gran hombre”. Personifica a Napoleón como el héroe, que es el tema central de la obra. Desde ahí que el compositor utiliza grandes recursos orquestales. Aparece el tema al que los musicólogos llaman hoy día “plano sonoro”, refiriéndose a que la música parecería escucharse en tres dimensiones, o un grupo de instrumentos que va adquiriendo mas magnitud que otro, como si la orquesta se “moviese”. A continuación pueden apreciar una interpretación de Herbert Von Karajan, uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX.
http://www.youtube.com/watch?v=FFltqVS8d9I&feature=related

La sinfonía Nº 4 op. 60, nos trae un poco de calma en comparación del vigor que nos dejó la Heroica. Es una obra mas fresca, aunque comienza con una atmósfera sombría, que nos da un pequeño adelanto de lo que a futuro se lo llamaría hipersinfonismo, destacado en la novena sinfonía. Nuevamente les muestro una interpretación de Karajan:
http://www.youtube.com/watch?v=zk-sf1jOkdc&feature=related

La Sinfonía Nº 5 op. 67 retoma la imagen central que permaneció durante la tercera sinfonía. Toda esa energía vuelve a resurgir en un interrogante que para Beethoven no marca solo su música, sino también su propia vida. Plantea el tema de destino. Era un tema que obsesionaba a nuestro maestro. ¿Qué será de mi destino?. Es la obra que sin lugar a dudas es la bisagra, el punto de inflexión que nos abre la llave para entrar al Romanticismo en la música. Pero ustedes se preguntarán que tiene de romántico el primer acorde que suena al inicio. El “pa…ra…pa…pá” (sol–sol–sol–mi bemol), como sonido onomatopéyico, es un acorde impactante que hasta suena macabro: ha sido brutalmente rechazado el día del estreno, ya que el público no estaba acostumbrado a escuchar una música que impacte tanto. Se horrorizaron todos en la sala de concierto. Piensen que el estreno se dio un frío 6 de diciembre de 1808 en Viena, justamente se van a cumplir 200 años!!!! Sin embargo con el correr del tiempo esta obra, que por cierto es maravillosa, ha convencido a multitudes de que Beethoven era un ser elevado, ya que se mandó en un disco al espacio exterior en una expedición de la NASA como representación de los sonidos del Planeta Tierra. La verdad esta sinfonía merece un post aparte. En el presente link se puede apreciar este primer moviendo que es tan famoso:
http://www.youtube.com/watch?v=Lo0b88qEpI0 .
Volviendo al tema del romanticismo, se dice que es la obra que lo inicia porque en dicha corriente musical se plantean los principales aspectos que se vinculan con la vida: el amor, el odio, las pasiones, el destino, la lucha, o la vida misma. Todas las obras románticas aluden a estos temas. Nosotros tenemos un erróneo concepto de romántico: pensamos que algo solamente es romántico porque alude al amor, y es falso. Lo romántico puede abarcar todos los aspectos que les mencioné recién. La quinta sinfonía detalla de distintas maneras lo que significa el destino para Beethoven. Al comienzo, con el famoso acorde, el músico explayó en una parte de la partitura “El destino golpea mi puerta”. Da escalofrios, si, pero lo plantea para mi extraordinariamente bien. Durante el transcurso de toda la obra, el tema central (tres notas breves y una larga), este leitmotiv, se mantiene intacto hasta que culmina al final con un desarrollo orquestal realmente único: en la parte inferior de la partitura el compositor mostró la leyenda “Le aplastaré la cabeza al destino” como aclarando la idea en el final de la obra que fue lo que marcó el paradigma. ¿Saben por que la sinfonía la pusieron en el disco de la NASA con los demás sonidos de la Tierra? Resulta que había un poblado en una isla del Pacífico, la cual jamás había escuchado algún tipo de música: solo conocían los sonidos de la naturaleza. Un día se les presentó la música, diversos tipos y estilos, y entre ellos la quinta sinfonía de Beethoven. Ésta última obra los impactó notoriamente y hasta tuvieron buenas reacciones al escucharla. Es por eso que se la consideró apropiada para mandarla al espacio.

La sinfonía Nº 6 op. 68, llamada “Pastorale”, tuvo estreno mundial el mismo día que la quinta sinfonía, y en ella Beethoven expresa su infinito amor hacia la naturaleza. Es la primer obra de él del tipo programática, ya que la música es puramente descriptiva, describe un programa. Primero aparece el “amanecer en un día de campo”, luego en el movimiento lento “escena junto al arroyo”, donde se aprecia las leves notas de las cuerdas que simbolizan el agua del arroyo y unas flautas simbolizan pájaros. En tercer lugar tenemos una “danza de campesinos” que disfrutan de un bello paisaje. Inmediatamente la música alegre se torna automáticamente a la “tormenta” que se desata en forma furiosa. Los pastores deben refugiarse del temporal. Y por último, la tormenta se aleja y hay un “agradecimiento pastoral luego de la tempestad”. La música recobra una bella melodía, que refleja el alivio de los pastores. El fin de la sinfonía contrarresta con el impactante fin de la quinta, con un toque único: los pastores se van a dormir cuando empieza a caer la noche y la melodía se va apaciguando de a poco en los violines y en los contrabajos. Para conocerla mejor, vean el link
http://www.youtube.com/watch?v=HZGb-Kjy0S0&feature=related

La sinfonía Nº 7 op. 92 vuelve a recobrar el vigor que quedó latente de la quinta sinfonía, y en parte es la llave de apertura a la música de Richard Wagner. Como segundo movimiento (
http://www.youtube.com/watch?v=bqtPVEuAbzM) tiene un allegretto que posee una dulce melodía: comienza tenue en los contrabajos como un acorde fúnebre (aunque se llama allegretto por la estructura musical). Luego esa melodía lo toman los violonchelos, y al terminar de desarrollar la esencia aparecen los violines como para culminar el desarrollo de los instrumentos de cuerda. El movimiento continua con el mismo tema hasta que la sinfonía finaliza con un presto a pura energía.

La sinfonía Nº 8 op. 93 es un canto a la vida. Es ligera y de corta duración, y en el transcurso de sus cuatro movimientos se percibe un espíritu alegre y enérgico. Tal como lo ha descripto Wagner cierta vez, es como “las travesuras de un niño”. Su comienzo y desarrollo del primer movimiento son muy motivadores, como que dan energía y ganas de vivir. El segundo movimiento tiene un tempo marcado que se lo relaciona indirectamente con la sinfonía “El reloj” de Joseph Haydn. También anticipa a futuro lo que desarrollaría Sergei Prokofiev casi un siglo mas adelante: el Neoclasicismo. Ese ritmo de reloj lo tomaría a futuro este ruso para su Sinfonía Nº 1. El link
http://www.youtube.com/watch?v=8Hk4wueoiFM nos muestra la vitalidad y alegría del primer movimiento.

La sinfonía Nº 9 op. 125 ya describe un universo musical desconocido hasta esa fecha. Tuvo su estreno mundial en Viena en 1823, pocos años antes de la muerte de Beethoven. Digo que era desconocido porque hasta ese año las orquestas estaban limitadas hasta ochenta músicos. En la novena sinfonía aparecen más músicos en escena, algo inusual que también revolucionó el arte musical en todo el mundo. Se lo llamó “Hipersinfonismo”, debido a que la cantidad de músicos excedían los cien participantes, e incluso a veces llegando hasta ciento veinte. Además, se revolucionó la sinfonía porque en esta obra Beethoven incluye, por primera vez, la voz humana. Un coro mixto y cuatro solistas aparecen recién en el Presto final, cantando un fragmento de la ya célebre Oda a la alegría, de Friedrich Von Schiller, amigo de nuestro maestro. El desarrollo de la obra es extenso y desde el arranque se aprecia la atmósfera musical diferente a la octava sinfonía: una nota pedal continua anticipa un vigor orquestal que tendrá un gran desarrollo con el correr de la obra, muy parecido al comienzo de la cuarta sinfonía. En el adagio se vuelve al clima melancólico y como cierre de la obra, antes de la aparición del coro, los contrabajos anuncian la llegada del coro masculino para el arranque de la oda. La obra finaliza con un gran colorido orquestal y vocal, cerrando así de forma maravillosa el ciclo de sus nueve sinfonías.
Una anécdota cuenta que el músico, el día del estreno de la novena sinfonía, se encontraba dirigiendo la orquesta. Tenía puesto un sombrero rojo, que hacia juego con su vestimenta. La obra recién había concluido y el maestro seguía agitando los brazos de manera enérgica hacia la orquesta. Como era sordo, no había percibido el fin y aun seguía dirigiendo en medio de los aplausos y ovaciones, hasta que la soprano fue discretamente hacia él y lo dio vuelta con una palmada en el hombro. El músico diose vuelta y percibió con gran emoción la ovación y el cariño del público. Las lágrimas recorrieron su rostro, parecía un niño sorprendido. El siguiente enlace (
http://www.youtube.com/watch?v=bcR63fPtSLs&feature=related) corresponde al film “Amada inmortal” y muestra aquella anécdota del estreno, aunque algunas cosas están cambiadas, no sabemos si en la película o en la anécdota que les conté (los invito a ver si notan las diferencias entre ambas... a ver si las distinguen).

Las sinfonías de Beethoven fueron el objeto de estudio de muchas generaciones que le siguieron. Sin lugar a dudas han dejado sus huellas en la historia del arte. Franz Liszt, prodigio indiscutido del piano, las transcribió a las nueve sinfonías a la versión de dicho instrumento, algo absolutamente excepcional que también repitió en sinnúmero de obras, e incluso óperas.


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