miércoles, 11 de junio de 2008

Dos anécdotas que me encantaron

Quería compartir con ustedes estas dos historias reales que me emocionaron, sobre todo la primera….

ANÉCDOTA 1:
Durante una tibia tarde de Viena del siglo XIX, se hallaban caminando en la tranquilidad de la pintoresca ciudad cultural dos grandes amigos y notables personajes del arte mundial. Uno de ellos se llamaba Johann Wolfgang von Goethe, novelista, poeta y dramaturgo alemán. El otro Ludwig van Beethoven, un músico que, con el correr de los tiempos, daría mucho que hablar en todo el planeta. No solo el arte unía a estas dos personas, sino también una gran amistad. Por ello, en varias ocasiones se juntaban para caminar por la bella ciudad o bien para tomar algún café dialogando sobre sus respectivas cosas. En aquella tarde iban caminando ambos en silencio y los sorprende a lo lejos una carroza que se aproxima hacia ellos. Al estar cerca, los artistas percibieron que dentro de ella se hallaba una joven pareja correspondiente a la nobleza austríaca. Cuando el carruaje se hallaba ya a un paso de ellos, Goethe hizo una especial reverencia a la emperatriz, haciendo paso con su mano, hincándose levemente y quitándose su sombrero, señalando un cordial y respetuoso saludo. Una vez que pasó de largo, el dramaturgo se repuso y continuó caminando. Inmediatamente el músico se detuvo y se dirigió a su amigo. –Usted ha cometido un error. No tenía que haber hecho eso –le dijo Beethoven– ...¡son ellos los que tienen que hacernos reverencia a nosotros!.

¡¡¡¡QUÉ MAESTRO!!!!!



ANÉCDOTA 2:
En una de las interpretaciones de un concierto para piano de Sergei Rachmaninoff, considerado el último romántico de dicho instrumento, la ejecución se detenía una y otra vez. El director de la orquesta no era un hombre cualquiera. Su nombre era Gustav Mahler, quien además de ser compositor también era director. Se lo solía criticar no solo por su música, sino también por las interpretaciones de las obras de otros autores. Mahler solía ser estricto al punto de detener la ejecución si algo no le resultaba correcto. Aquella vez, el concierto ya había sido cortado unas diez veces, algunas más quizás, hasta que de vuelta volvían a ejecutar la obra de cero. En un momento Rachmaninoff, ejecutor del instrumento y cansado ya de estas pausas, se dirigió a Mahler. –Maestro ¿Qué es lo que sucede?
A lo que Mahler inmediatamente respondió. –Hasta que usted no toque el piano tal cual lo escribió en la partitura, no seguimos.


¡Qué genios por Dios!

1 comentario:

Anónimo dijo...

La anécdota de Mahler y Rachmaninoff es una de mis favoritas!!!!
Se pueden publicar sonidos en un blog? te desafío a que encuentres el final del primer acto de Aida, interpretado por la Callas en México DF!